Jeremy Corbyn |
El pasado 13 de septiembre, Jeremy Corbyn, autodefinido como ‘’socialista democrático’’, se erigió como nuevo líder del Partido Laborista con el 59,5% de los votos. Hijo de activistas pacifistas, que se conocieron durante la Guerra Civil española, este veterano de la política de 66 años, tiene tras de sí un largo recorrido en su historial como activista comprometido, y 31 años como miembro del parlamento de Westminster. Heredero de las creencias de sus padres, se ha ido labrando como un pacifista y antimilitarista acérrimo. Entre las organizaciones a las que apoya, se encuentran algunas como: Campaña por el Desarme Nuclear, Justicia para las víctimas de Pinochet, Stop the War (campaña contra la guerra en Irak), Campaña Solidaria con Palestina…
Meses antes de las
elecciones, nadie le consideraba un fiel candidato en las primarias laboristas,
y sufrió en el camino para conseguir reunir los 36 votos de los Miembros del Parlamento
que apoyaron su candidatura, cuando el mínimo necesario son 35 votos. Sin
embargo, desde su primer debate por televisión, Corbyn superó ampliamente a sus
adversarios, distanciándose de ellos paulatinamente durante todo el proceso
electoral. Finalmente, la distancia en las votaciones fue abismal. Con su 59,5%
de los votos, su seguidor fue Andy Burnham, con el 19% de los votos, seguido de
Yvette Cooper, con el 17% y, en último lugar, Liz Kendall, con el 4.5% de los
votos.
La elección de Corbyn supone un giro a la izquierda del Partido Laborista. Gran Bretaña se ha unido
al movimiento nacido en el seno de la crisis que sufre Europa con un programa
que lucha contra las medidas neoliberales y el ‘austericismo’ causado por las
autoridades europeas. Sin embargo, es un verso suelto dentro de su partido. La
mayoría de los integrantes del partido, y de la vieja guardia, herederos de la
política de Tony Blair, están en contra de sus ideas y le declaran la guerra.
El 90% de los diputados laboristas no apoyaron la candidatura y algunos de
ellos promueven, junto con la prensa conservadora, que con él al frente del
partido, lo que único que se conseguirá es la victoria de los tories en 2020, como la candidata Liz
Kendall, la más partidaria del ideario de Blair.
Desde la época de Blair,
el discurso del Partido Laborista no dista demasiado del mensaje conservador.
Sin embargo, ahora da un vuelco histórico bajo la batuta de Corbyn, ‘’el Pablo
Iglesias británico’’, y se posiciona como enemigo de las políticas conservadoras
de David Cameron.
Corbyn está a favor de un
aumento de los impuestos a los ricos, el incremento del gasto público, la
renacionalización de los ferrocarriles y las empresas energéticas, la
eliminación de las matrículas
universitarias, y está en contra del sistema de armamento nuclear y de las
intervenciones militares en Oriente Medio. ‘’ [Tony Blair] nos llevó a una guerra en Irak bajo el argumento de que había armas de
destrucción masiva. Esto produjo miles de muertos, y una guerra que lleva a
otra, y a otra, y a otra. Yo preferiría que un gobierno laborista dedicara sus
esfuerzo a la justicia social y a la paz’’.
Además, ha afirmado que
su partido hará campaña por la permanencia del Reino Unido dentro de la UE. ´´Defenderemos que la pertenencia a la UE
ayuda a Reino Unido a crear empleos, a asegurar el crecimiento, a incentiva las
inversiones y a abordar los asuntos que traspasan las fronteras, como el cambio
climático, el terrorismo, los paraísos fiscales y la crisis de los refugiados’’.
Por si no fueran pocos
frentes abiertos, Corbyn va a tener que hacer frente a las duras críticas de la
prensa, ya que solo un puñado de periodistas, la mayoría procedente de The
Guardian (más afín a las ideas del partido laborista). El Daily Mail U.K., por ejemplo,
tuiteaba que ‘’Corbyn
es antimonárquico, antiausteridad y un defensor de Putin, ISIS y los
terroristas en Palestina’’.
Sin embargo, ha
aprovechado bien el descontento de la población afectada por la crisis europea.
Una población que ha visto cómo las cuotas universitarias se han triplicado,
cómo el precio de la vivienda se ha disparado y cómo se ha recortado el gasto
público, afectando a la población más desprotegida.
Entre sus propuestas, el
programa económico presentado por el líder laborista ha sido bautizado como Corbynomics. En este plan se presenta
propuestas como:
·
La Expansión
Cuantitativa o Quantitative Easing (QE).
Simplificándolo, esto significaría que el Banco de Inglaterra imprimiría más
dinero, pero en vez de utilizarse para la compra de bonos del Estado (lo que
sucede en la QE normal), se destinaría a la compra de bonos del Banco Nacional
de Inversiones (de nueva creación) para invertir en vivienda, transporte,
energías verdes y tecnología. No es una nueva idea la creación de un Banco
Nacional de Inversiones, ya que hay un Banco Europeo de Inversiones o un Banco
Nórdico de Inversiones.
·
La
renacionalización de la red ferroviaria inglesa, consiguiendo así un ‘’ferrocarril
del pueblo’’. Esta medida llevaría a que un tercio de las franquicias del
tren volverían a ser de propiedad pública en 2025. Pese a la oposición de los
gobernadores, una encuesta de YouGov en 2013 (enlace aquí) mostró que el 66% de los ciudadanos apoyan la
propiedad pública de los ferrocarriles, incluido el 52% de los votantes del
Partido Conservador.
·
Propone
también la renacionalización de las
compañías energéticas. Propondría sancionar el fracking, ya que opina que es ‘’peligrosa
para el medio ambiente’’. El fracking,o
la fracturación hidráulica es un
procedimiento mediante el cual se extrae gas y petróleo del subsuelo, pudiendo
aumentar los terremotos, y cuyos compuestos químicos podrían contaminar tanto
el terreno como los acuíferos subterráneos. Además, ha creado un plan con
medidas como la creación de una economía moderna y verde con la creación de 1
millón de puestos de trabajo.
·
Creación de
viviendas decentes para todos para 2025 a través de un programa de construcción
de casas y un control de los alquileres, añadiendo a estos el derecho a
comprar, que permite a los residente en viviendas sociales adquirirlas con un
descuento.
Tsipras nos ha mostrado
que fracasó en el intento de lucha contra la austeridad. No es un camino de rosas el que le espera a Jeremy
Corbyn. Sin embargo, una ciudadanía desencantada, y unos sindicatos
debilitados, le dan aliento en su intento por luchar contra la desigualdad y
establecer un cambio digno en la sociedad. En frente le aguarda la feroz
oposición formada por los medios de comunicación, el gobierno y la mayoría de
sus propios diputados. Veremos si es capaz de aguantar la guerra de desgaste
que le espera y si consigue resistir con estoicismo los múltiples obstáculos
venideros.